¿"Estrés de a ratitos" o síndrome de burnout por el trabajo?

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Introducción

En los últimos años, hablar de salud mental ha dejado de ser un tabú. Y dentro de esa conversación, el burnout se ha posicionado como una de las enfermedades crónicas silenciosas más comunes en el entorno laboral. A primera vista, podría parecer sólo una expresión común para describir un “mal día”. Sin embargo, detrás de ese término, hay una realidad profunda de que hay personas que han llegado al límite sin darse cuenta.

Hay días más pesados que otros, eso es natural. Pero, cuando el cansancio se vuelve constante, la motivación escasea y las emociones empiezan a pasar factura, puede que no estemos frente a un simple “estrés de a ratitos”, sino ante un desgaste más profundo que conviene mirar con atención.

Estrés vs desgaste crónico: la gran diferencia

El burnout fue reconocido oficialmente por la Organización Mundial de la Salud en 2019 como un “fenómeno ocupacional”, lo que marcó un antes y un después en la forma en que las instituciones comenzaron a abordarlo. No se trata de una enfermedad en sí misma, sino de un síndrome derivado del entorno laboral, caracterizado por tres dimensiones: agotamiento emocional, cinismo o despersonalización, y disminución del rendimiento profesional.

De acuerdo con datos de la UNAM, México es uno de los países con mayor prevalencia del síndrome de burnout, superando a China y Estados Unidos. El 75% de los trabajadores en México sufren de fatiga por estrés laboral, y más del 40% de quienes realizan labores de oficina se sienten exhaustos.

Además, con el tiempo, el burnout puede derivar en otras afecciones, como trastornos de ansiedad o síntomas depresivos. Por eso es importante no minimizarlo ni esperar a que pase solo.

¿Cómo se manifiesta?

El síndrome de burnout es más que estar cansado. Se trata de una combinación de síntomas emocionales, físicos y conductuales que impactan tanto en la vida laboral como en la personal. Los especialistas suelen identificar tres componentes principales:

  • Agotamiento emocional: La energía parece no alcanzar, incluso después de dormir o descansar. Cada tarea, por sencilla que sea, requiere un esfuerzo inmenso.
  • Desconexión emocional: Se pierde el entusiasmo por el trabajo, aparecen actitudes más frías o distantes y cuesta empatizar con los demás.
  • Sensación de ineficacia: Aunque se trabaje duro, se siente que nada es suficiente. Aparece la autocrítica constante y la idea de que el desempeño ha bajado, aunque no sea cierto.

¿Te sentiste identificado? Estos síntomas pueden aparecer de forma gradual y combinarse con otros, como irritabilidad, insomnio, dolores frecuentes o cambios de ánimo. Por eso, muchas veces no se logra identificar a tiempo. Lo atribuyen al ritmo de vida, a la edad, o simplemente “a cómo es el trabajo hoy en día”.

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Recuerda que tu salud, tanto física como emocional, es de suma importancia. Adoptar hábitos saludables, poner límites claros en tu jornada laboral y, sobre todo, darte permiso para descansar, son pasos esenciales para prevenir el agotamiento extremo. 

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Referencias: